viernes, 26 de febrero de 2010

cuaresma "discurso del papa"

LA JUSTICIA DE DIOS SE HA MANIFESTADO POR LA FE EN JESUCRISTO. Rm 3,21-22Justicia: “dare cuique suum”
Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra “justicia”, que en el lenguaje común implica “dar a cada uno lo suyo” - “dare cuique suum”, según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste “lo suyo” que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia “distributiva” no proporciona al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si “la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios” (De Civitate Dei, XIX, 21). CONTINUAR LEYENDO EL MENSAJE Para hablar del significado de la Cuaresma es excelente tambien el Discurso 2009.

viernes, 19 de febrero de 2010

EL PORTICO DE LA GLORIA


El Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela es un pórtico de estilo románico realizado por el Maestro Mateo y sus colaboradores (su obradoiro o taller) por encargo del rey de León Fernando II, quien donó a tal efecto cien maravedises anuales,[1] entre 1168 y 1188, fecha esta última que consta inscrita en la piedra como indicativa de su finalización.
Antes de comenzar los trabajos del Pórtico, su taller terminó las naves de la
Catedral teniendo para ello que construir una novedosa cripta para salvar el desnivel entre las naves y el terreno de alrededor.
El
1 de abril de 1188 se colocaron los dinteles del Pórtico y la conclusión del conjunto se demoró hasta el año 1211, en el que se consagró el templo con la presencia del rey Afonso IX.
El Pórtico actual no es exactamente el resultado de la obra del Maestro Mateo, ya que algunas de sus figuras originales fueron retiradas al construirse la actual fachada de la Catedral ("
la fachada del Obradoiro"), quedando conservadas en el Museo Catedralicio. Por lo demás, el Pórtico originalmente estaba policromado, pero hoy solo quedan restos de la pintura en algunos puntos.

EL CAMINO DE SANTIAGO




Camino de Santiago, Historia
La peregrinación a Santiago se transformó desde muy temprano en el acontecer religioso y cultural más destacable y más profundamente vivido de la Edad Media, hecho reconocido recientemente por el Parlamento Europeo, que designó al Camino Primer Itinerario Cultural europeo, y por la UNESCO, que lo declaró Patrimonio de la Humanidad.
El descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan Evangelista, cambió la faz de un pequeño asentamiento de origen romano del noroeste ibérico que, en el olvido de los siglos, se había transformado en necrópolis; y significó además un vuelco en la historia espiritual de un continente que pronto se lanzó a labrar un camino para llegar hasta la preciada reliquia.
El hallazgo, ocurrido hacia la segunda o tercera década del siglo IX, constituía el final lógico de una tradición oral y escrita que, tras la muerte de Jesucristo, ubicaba a Santiago el Mayor como evangelizador en tierras de la antigua Hispania, según sugerían el Breviarum Apostolorum en el siglo VI-VII y los textos firmados por el anglosajón Beda Venerabilis y el asturiano Beato de Liébana en el siglo octavo. Al hecho histórico de la decapitación del Apóstol por Herodes Agrippa en el año 44, siguen las explicaciones proporcionadas por el Códice Calixtino o la Legenda Aurea para dar fe de su traslado a tierras del confín continental, aquellas en las que había transmitido las enseñanzas de Cristo. El cuerpo sin vida de Santiago habría sido conducido por dos jóvenes discípulos en barco tripulado por ángeles, que cruzó el Mediterráneo y subió por la costa portuguesa hasta el puerto romano de Iria en la provincia de Gallaecia. Allí, tras una serie de hechos milagrosos, Santiago habría sido finalmente sepultado en el monte Liberum Donum, en un lugar vagamente designado como Arcis Marmoricis.
Casi ochocientos años más tarde –continúa la tradición – un ermitaño habría avistado luces celestiales que lo condujeron hacia el lugar sagrado, cuya historia permanece en el misterio durante los años de la desintegración del Imperio Romano, la constitución de un reino suevo y la dominación visigótica. El eremita habría avisado a Teodomiro, obispo de Iria, sobre el descubrimiento, y el Rey Alfonso II hizo construir ya entonces una pequeña iglesia, que dejó bajo la custodia de monjes benedictinos. Antes de terminar el siglo IX, Alfonso III encargaba la construcción de una basílica mayor, digna del acontecimiento que comenzaba a mover a los fieles de Europa.
La noticia coincidía con un importante momento político para la consolidación del reino astur-galaico, en cuyo territorio ocurría el hallazgo. Expulsadas las tropas musulmanas del norte de España, era menester repoblar el territorio y tender hacia el resto de Europa una sólida red para la circulación de personas, mercancías e ideologías. En la titánica tarea sería decisivo el hecho de contar con un centro religioso de la talla de Roma o Jerusalén, que de alguna manera “independizaba” espiritualmente al reino naciente del extendido imperio de Carlomagno.



la cuaresma

EL SENTIDO DE LA CUARESMA

1.- Cuando se plantea la cuestión de qué significa la cuaresma para la gente, si es que significa algo, suele aparecer la observancia (generalmente ligera) de algunas prácticas, como el ayuno, la abstinencia y la ceniza. Frecuentemente, no se le ve el sentido. Sin embargo, más antes que ahora, el asunto crea problemas de conciencia. Tales situaciones hacen actual la pregunta de Jesús: ¿También vosotros estáis sin entender? (Mc 7,18).
2.- De suyo, el ayuno consiste en privarse de todo alimento y de toda bebida durante uno o varios días. Por tanto, lo que nos encontramos son ayunos menores, mitigados por frugales colaciones, de las que se dice que no rompen el ayuno. Así, en la interpretación oficial, el ayuno supone hacer una sola comida al día, pero se puede hacer un sencillo desayuno y otra sencilla comida, además de la principal. La abstinencia se refiere a no comer carne, u otro alimento determinado por la conferencia episcopal (CDC, c. 1251).
3.- En las grandes religiones (por diversos motivos: ascesis, purificación, luto, oración, limosna) el ayuno ocupa un puesto importante. En el Islam es el medio por excelencia de experimentar la trascendencia divina. En el judaísmo se observa un gran ayuno el día de la expiación (Hch 27,9). Su práctica es condición de pertenencia al pueblo de Dios (Lv 23,29). Se ayuna para que Dios lo vea (Is 58,3-5). Los judíos piadosos lo hacen por devoción personal (Lc 2,37); algunos, dos veces por semana (l8,12). Hay quienes ayunan para ser vistos por los hombres (Mt 6,16-18). En los Hechos de los Apóstoles se mencionan celebraciones acompañadas de ayuno y oración (Hch 13,2-3;14,23).
4.- El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) recuerda el mandamiento de "ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”: “asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón" (n. 2043). ¿Y cuándo lo manda la Iglesia? En general, “son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma” (CDC, c. 1250). Son días de abstinencia todos los viernes del año, a no ser que coincidan con una solemnidad. Son días de abstinencia y ayuno el miércoles de ceniza y el viernes santo (c. 1251). ). “La ley de la abstinencia obliga a quienes han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve” (c. 1252). No obstante, “la conferencia episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad” (c. 1253).
5.- ¿Cuál es la posición de Jesús? Los evangelios dicen que Jesús ayunó en el desierto, antes de comenzar su misión (Mt 4,2). Como Moisés (Ex 24,18) y como Elías (1 R 19,8), pasa cuarenta días, buscando la voluntad de Dios. Sin embargo, como práctica piadosa, Jesús no parece dar al ayuno demasiada importancia. En cierta ocasión, los fariseos y los letrados le dijeron: ¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Y añadió: Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo en pellejos nuevos (Mc 2,18-22). La práctica de la ceniza no aparece recomendada en el Evangelio. Al contrario: Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara (Mt 6,18).
6.- En otra ocasión, los fariseos y escribas le preguntan: ¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen sin lavarse las manos?. Les dice Jesús: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando de lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Llamó otra vez a la gente y les dijo: Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino que lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
7.- Ya en casa, sus discípulos le preguntan sobre la parábola. El les dice: ¿También vosotros estáis sin entender? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado? -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre (Mc 7,5-23). ¿Entendido?
8.- Así pues, lo que importa es la conversión. Se lee el primer viernes de cuaresma: Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados... El ayuno que yo quiero es éste, dice el Señor: Abrir las prisiones injustas..., dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne (Is 58, 6-7).
9.- La cuaresma es tiempo de conversión. Según los casos, será inicial, fundamental o permanente. En los primeros siglos se distingue entre primera conversión (proceso bautismal) y segunda conversión (proceso penitencial). El Concilio Vaticano II invita a recuperar el doble carácter (bautismal y penitencial) del tiempo cuaresmal y a usar “con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal” (restaurando, según las circunstancias, “ciertos elementos de la tradición anterior”), “dígase lo mismo de los elementos penitenciales” (SC 109).
10.- Desde el final del siglo IV, la estructura de la cuaresma es la de los cuarenta días. En ella se situaba la etapa final del catecumenado, de purificación o iluminación, que servía de preparación próxima al bautismo. Era tiempo de discernimiento (escrutinios), de superación de resistencias (exorcismos), de catequesis (entregas del Credo y del Padre Nuestro). Todo ello se realizaba en contexto comunitario, a la escucha de la Palabra y en ambiente de oración. Desde el siglo VI, al menos a gran escala, desaparece el catecumenado, el marco en el que se situaba la cuaresma y en el que puede volver a situarse. En cualquier caso, la cuaresma es tiempo de conversión, centrado en el misterio pascual de Cristo. En la liturgia dominical encontramos: una cuaresma bautismal (ciclo A), una cuaresma centrada en Cristo (ciclo B) y una cuaresma penitencial (ciclo C).