EL SENTIDO DE LA CUARESMA
1.- Cuando se plantea la cuestión de qué significa la cuaresma para la gente, si es que significa algo, suele aparecer la observancia (generalmente ligera) de algunas prácticas, como el ayuno, la abstinencia y la ceniza. Frecuentemente, no se le ve el sentido. Sin embargo, más antes que ahora, el asunto crea problemas de conciencia. Tales situaciones hacen actual la pregunta de Jesús: ¿También vosotros estáis sin entender? (Mc 7,18).
2.- De suyo, el ayuno consiste en privarse de todo alimento y de toda bebida durante uno o varios días. Por tanto, lo que nos encontramos son ayunos menores, mitigados por frugales colaciones, de las que se dice que no rompen el ayuno. Así, en la interpretación oficial, el ayuno supone hacer una sola comida al día, pero se puede hacer un sencillo desayuno y otra sencilla comida, además de la principal. La abstinencia se refiere a no comer carne, u otro alimento determinado por la conferencia episcopal (CDC, c. 1251).
3.- En las grandes religiones (por diversos motivos: ascesis, purificación, luto, oración, limosna) el ayuno ocupa un puesto importante. En el Islam es el medio por excelencia de experimentar la trascendencia divina. En el judaísmo se observa un gran ayuno el día de la expiación (Hch 27,9). Su práctica es condición de pertenencia al pueblo de Dios (Lv 23,29). Se ayuna para que Dios lo vea (Is 58,3-5). Los judíos piadosos lo hacen por devoción personal (Lc 2,37); algunos, dos veces por semana (l8,12). Hay quienes ayunan para ser vistos por los hombres (Mt 6,16-18). En los Hechos de los Apóstoles se mencionan celebraciones acompañadas de ayuno y oración (Hch 13,2-3;14,23).
4.- El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) recuerda el mandamiento de "ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”: “asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón" (n. 2043). ¿Y cuándo lo manda la Iglesia? En general, “son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma” (CDC, c. 1250). Son días de abstinencia todos los viernes del año, a no ser que coincidan con una solemnidad. Son días de abstinencia y ayuno el miércoles de ceniza y el viernes santo (c. 1251). ). “La ley de la abstinencia obliga a quienes han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve” (c. 1252). No obstante, “la conferencia episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad” (c. 1253).
5.- ¿Cuál es la posición de Jesús? Los evangelios dicen que Jesús ayunó en el desierto, antes de comenzar su misión (Mt 4,2). Como Moisés (Ex 24,18) y como Elías (1 R 19,8), pasa cuarenta días, buscando la voluntad de Dios. Sin embargo, como práctica piadosa, Jesús no parece dar al ayuno demasiada importancia. En cierta ocasión, los fariseos y los letrados le dijeron: ¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Y añadió: Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo en pellejos nuevos (Mc 2,18-22). La práctica de la ceniza no aparece recomendada en el Evangelio. Al contrario: Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara (Mt 6,18).
6.- En otra ocasión, los fariseos y escribas le preguntan: ¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen sin lavarse las manos?. Les dice Jesús: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando de lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Llamó otra vez a la gente y les dijo: Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino que lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
7.- Ya en casa, sus discípulos le preguntan sobre la parábola. El les dice: ¿También vosotros estáis sin entender? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado? -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre (Mc 7,5-23). ¿Entendido?
8.- Así pues, lo que importa es la conversión. Se lee el primer viernes de cuaresma: Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados... El ayuno que yo quiero es éste, dice el Señor: Abrir las prisiones injustas..., dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne (Is 58, 6-7).
9.- La cuaresma es tiempo de conversión. Según los casos, será inicial, fundamental o permanente. En los primeros siglos se distingue entre primera conversión (proceso bautismal) y segunda conversión (proceso penitencial). El Concilio Vaticano II invita a recuperar el doble carácter (bautismal y penitencial) del tiempo cuaresmal y a usar “con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal” (restaurando, según las circunstancias, “ciertos elementos de la tradición anterior”), “dígase lo mismo de los elementos penitenciales” (SC 109).
10.- Desde el final del siglo IV, la estructura de la cuaresma es la de los cuarenta días. En ella se situaba la etapa final del catecumenado, de purificación o iluminación, que servía de preparación próxima al bautismo. Era tiempo de discernimiento (escrutinios), de superación de resistencias (exorcismos), de catequesis (entregas del Credo y del Padre Nuestro). Todo ello se realizaba en contexto comunitario, a la escucha de la Palabra y en ambiente de oración. Desde el siglo VI, al menos a gran escala, desaparece el catecumenado, el marco en el que se situaba la cuaresma y en el que puede volver a situarse. En cualquier caso, la cuaresma es tiempo de conversión, centrado en el misterio pascual de Cristo. En la liturgia dominical encontramos: una cuaresma bautismal (ciclo A), una cuaresma centrada en Cristo (ciclo B) y una cuaresma penitencial (ciclo C).
viernes, 19 de febrero de 2010
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