Durante los dos primeros fines de semana de marzo, coincidiendo con la Novena de la Gracia, miles de peregrinos de toda la Comunidad inundan las carreteras que conducen al Castillo de Javier, para venerar al Santo. En unos predomina el espíritu deportivo y en otros el religioso, pero lo que nunca falta es el buen ánimo, necesario para recorrer los más de 50 kilómetros que en el caso de Pamplona le separan de Javier. El origen de estas marchas se remonta al siglo XIX. En 1885, una epidemia de cólera asoló la región y la Diputación Foral invocó a San Francisco Javier para que librara al pueblo navarro de aquella terrible enfermedad, ofreciendo a cambio la promesa de que todos caminarían en procesión si se cumplían sus ruegos. El Santo respondió a la súplica, y fue así como nació esta popular tradición que hoy conocemos con el nombre de "Javierada". Tras la larga y cansada caminata todos los peregrinos se reúnen en la explanada del Castillo para celebrar una misa presidida por el arzobispo.
lunes, 1 de marzo de 2010
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